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sábado, 30 de enero de 2010

Las ciudades al fin de cuentas siguen siendo una manifestación humana que expresa su temor irreparable a la catástrofe de su finitud corporal.
La piedra, el plástico y algunas ideas constituidas en religiones son las pocas cosas que superaron la frágil vida de una persona.
Una ciudad es una simple reunión de voluntades, a veces en forma democrática, otras no, en las que se trata por medio de la socialización y la protesta encontrar canales de expresión o de reunión de poder para lograr la inmortalidad. Algo que hasta el momento solo es conseguido por unos pocos individuos que han sabido ser unos excelentes mentirosos.
Por ello los admiro.