Enumeraciones
UNO
Las aguas cristalinas de un río en las altas estribaciones
repiten por siglos el ritmo que para el neófito citadino
no cambian en nada el paisaje y sin embargo,
es en todo momento la metáfora de Heráclito
una verdad, que a su vez es mentira a los ojos de Spengler el filósofo.
Esas nubes que una tarde pudimos catalogar por sus formas en cuadros abstractos y figurativos por nuestros ojos de venusinos,
por la obsesiva necesidad juvenil de encontrar leyes sin fundamento
para hacer creíbles aquellas emociones.
Esos astros que permanecen a las sombras de la estrella mas cercana a nos;
u aquella zorra que pasó cerca de mí,
que me rozó con su bella cola una noche de amores contrariados.
Ese lugar donde me extravié pensando
en la ilusión de un olvido,
de un perdón, hermosa mujer.
Camino citado por los profetas,
por los comerciantes del camino de la seda, de la égira, del escape a Belén, de las selvas en busca de la ciudad de los Césares, del Dorado;
del acuoso misterio del atlante.
Caminos todos inventados por el hombre con ansias de poder entre los poderosos.
La sangre derramada en la sábana interminable del lecho
y de la mortaja en la que se envuelve a la mentira y a la verdad.
DOS
Hijos de los hijos
que rememoraron a sus antepasados cuando fueron constructores de la torre de Babel, fueron padres de otros hijos, entre ellos,
que nacieron con ciertas malformaciones y ciertas genialidades inmortales.
Dioses populares, paganos
arrastrados por las creaciones de un mundo nuevo
brillan entre nosotros, pobres estúpidos,
hermanos encerrados en los hospicios las ciudades que separan
con sus muros invisibles sus partes irreconciliables.
Partes de partes,
puntos de las dos dimensiones que no saben que existe algo más complejo
en el mundo geométrico de las tres dimensiones.
Visiones de Galileo,
bocetos de Palladio
Las elevaciones sin valor estético
Los irreconocibles hierros formados por desechos de puentes robados
en los que fueron caminos indios.
Así son los seres que habitan el pedolario,
la sala hipóstila de algún templo egipcio
se encuentran alistados sin objeto ya
en los perdidos papiros de Alejandría.
TRES
Misteriosa palabra que esconde en sus pocas letras
Todo el mundo que fue nuestro,
allá en los campos donde sembramos el olvido.
Numerosa sustancia de que se nutren
los peces de aquel río sin agua que se escondía
entre las arenas de un mar dulce, sabroso.
Fragancia de frutos y de mieses acopiadas en cestos de mimbre.
Voces acalladas por el murmullo de las piedras
En su rompiente permanente constante, doliente paraíso.
CUATRO
Silencio
CINCO
Viaje circular que abarcaba una esfera hecha de triángulos.
Raras especies de seres inmortales jamás vistos, nunca explicados.
Mentirosos desvíos que involucraron a las vacas.
Jactancia de algunas púberes que ya no existen.
Exótica belleza de ciertos lugares alcanzados por el consumo.
SEIS
Misteriosa ciudad amurallada por sólidas paredes invisibles
Espacios sin sentido, con medidas de otros mundos, quizá de letras
Me recuerdan a mi niñez reprimida por mi exceso de inteligencia
A mi acalorada juventud donde practicaba el juego de las caricias
La lectura de aventuras sentado en cuclillas en la cornisa peligrosa
Misteriosa naturaleza de cemento creada por una generación equivocada
Que ni en silencio puede haber quedado, porque sus horribles moles aún perduran
En la ciudad amurallada.
SIETE
Silencio final
© Gustavo Ceballos Enero 2009