Multicultura:
Releyendo a Luis Vélez.
A pesar de los distintos procesos de aculturación a que ha sido sometido el espacio que habitamos, este sigue manifestando una identidad subyacente. A pesar del ejercicio constante sobre nuestro territorio de una práctica de dominación de relatos homogeneizadores, existe un fondo de permanencia, un sustrato arqueológico cultural que sobrevive.
Los periodos en que tozudamente se divide a
Estos procesos homogeneizadores se basan en el dominio de todos los espacios en que se desenvuelven las instituciones. Por una parte inciden sobre el espacio de localización de las mismas, o sea, sobre todo lo atinente a su materialidad. Por otra modifican su espacio de integración que es el conjunto de hábitos y prácticas por medio de las cuales las instituciones interactúan.
La institución domus, por ejemplo, está cobijada bajo un techo, sea este un árbol, una quincha, un cañizo, una ramada, un artesonado, una losa. Según el tiempo en el que se ubique a la institución, la disposición interna del ambiente o de los ambientes ha variado de acuerdo a las crisis que se han suscitado por la transición – abrupta o no- de un modo de producción a otro; de una práctica discursiva a otra; de una cultura mediante el dominio sobre otra.
Dato 1.- En las Crónicas del Perú, Cieza de León – fraile de
Dato 2.- En la historia sin documentar se dice que Alejo Godoy fue el primer gaucho: en el transcurso del año 1586 este soldado español a las órdenes de Garay, irrumpió en la plaza Mayor y al grito de “Muera Felipe Segundo”, espoleó su brioso corcel y con una guitarra en bandolera galopó hacia la pampa hasta desaparecer en el horizonte.
En algún lugar se mezcló con “la indiada” y al cobijo de alguna tapera de caña y barro se unió a un mundo nuevo, marginado de su cultura, partícipe del desarraigo, dio origen por su descendencia al mestizo, al criollo, al gaucho.
Dato 3.- Establecidos los campamentos de avanzadas de las distintas corrientes colonizadoras – sitios que luego, en muchos casos se convirtieron en ciudades como Córdoba -, se elegía al responsable para dominar a los aborígenes, quien debía trasladarlos a un lugar distinto y a mezclaros con otras naciones, para obligarlos al desarraigo y a su desnaturalización. Juan de Mitre fue uno de ellos en nuestro territorio, quien formó así, por órdenes del Rey, el pueblito de
El estar en el mundo: Globalización/Multicultura
Un cauce de agua puede ser cruzado de distintas formas. Presentado el problema se podrá decidir una estrategia para sortear el escollo o acompañar el curso hasta encontrar un lugar apropiado para atravesarlo. En el primero de los casos, se enfrentará el cauce como un problema a solucionar, se buscará el punto más favorable para que la comunicación que se pretende sea directa y sobre dicha línea imaginaria se construirá un puente. En el otro caso, se reconocerán las riberas y se esperará hasta encontrar el sitio más favorable para vadear el curso de agua.
Las propuestas disímiles manifiestan formas de pensamiento dispares: en un caso se reconoce al problema río como un accidente geográfico, porque el que mira y observa lo hace suponiendo un plano horizontal de expansión, un nivel de desplazamiento favorable donde todo aquello que corte, interrumpa o dificulte el sentido del tránsito será un accidente. Esta forma de ver el mundo concebido como una sucesión de accidentes, supone un estar en el mundo en un sentido catastrófico.
En el otro caso, el sujeto reconoce un elemento de la naturaleza que tiene una forma y unas características particulares, entre las cuales se encuentran puntos de paso, posibilidades de navegación, cruces en el sentido de la corriente. Esta forma de observación supone un estar integrado a la trama de relaciones que es el mundo.
Las posiciones contrapuestas se han manifestado y lo siguen haciendo aún hoy cuando se coincide en que nos encontramos inmersos en un proceso de Globalización, que tiende a homogeneizar – dominar, expandir, inmovilizar -. Sin embargo, observamos que para el criollo, el gaucho, la domus sigue estando en el rancho. El horcón es un bien de familia que se pasa de una generación a otra porque es la herencia identificatoria de la estirpe. Fundado el rancho sobre restos de muros “indios”, se apoya la estructura en sus horcones para cerrar con adobe a la habitación y para dar sustento a la galería.
Para el aborigen, como para el criollo, el cauce de agua es su medio de vida. De él obtiene recursos para su subsistencia, línea de recorridos, abastecimiento para sí y para sus animales. El criollo trae una memoria genética de respeto y de reconocimiento de los cursos de agua. Construye cerca de ella pero no tan cerca como para no invadir territorio ajeno. No se muda de su lugar aunque le construyan al lado una vivienda de erradicación.
En la ciudad, mientras tanto, los marginados de esta cultura que propone
© Gustavo Ceballos
Fue escrito en abril de 1999.
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