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sábado, 25 de septiembre de 2010

PEQUEÑAS LUCES DE ALERTA EN LA CULTURA

La mujer ha perdido, como el hombre parte importante de su esencia.

En la lucha feminista por adquirir los mismos derechos civiles que los hombres, que es algo lógico y que corresponde, las mujeres no han sabido mantener en alto como bandera de lucha a la par de la primera, seguir manteniendo la diferencia que hace a su esencia femenina. En la lucha por obtener los beneficios que antes se les habían negado, dejaron olvidados ciertos caracteres que les hacían diferentes y que tenían mucha importancia para demostrar su sexualidad. La igualdad de derechos se ha torcido como muchas veces sucede a las formas de las libertades y no a su profundidad. La mayoría de los hombres no respetan a las mujeres no ya solo por considerarlas inferiores en muchos aspectos, sino que ahora tienen muchas más razones para aducir su desencanto de esas personas que siendo diferentes físicamente a los hombres son iguales en sus actitudes. Esto se observa claramente en la actitud de las jóvenes que se emborrachan a la par de sus amigos hombres, que atacan a las de su mismo sexo no solo con palabras sino con los mismos medios que lo hacen los hombres. La brutalidad, la imposibilidad de ver al otro que era solo patrimonio del machista ahora lo es también de las jóvenes mujeres que aún cuando no son declaradas feministas ni lesbianas, pretenden por la fuerza de su gritería o de su imposición violenta por medio de la fuerza de sus apetencias o deseos. En otras épocas, las mujeres eran las mejores para ubicarse en la posición del otro. Está bien, sí. Esa posición la habían aprendido por la fuerza debido a su sometimiento por el machista, pero esa actitud, le permitía ser las mejores en la educación, mientras que hoy día solo son unas representantes del sistema educativo venido a menos en su calidad, entre otras cosas, debido a que la mujer encuentra la docencia como un recurso económico, de empleo, y no por que sea una vocación de servicio no ya con un macho, sino con los niños. En otros aspectos, son tan groseras como un hombre descuidado en sus modales, es decir, salvo por que son diferentes sexualmente, no se puede detectar una diferencia fundamental en su femineidad. La han perdido. Por su parte, los hombres ante el cambio de situación han optado por tomar distintas posiciones. Unos siguen siendo machistas, pero no tienen ya territorio donde actuar; otros han aceptado con resignación el sitio que les ha quedado, manteniendo algunas características pero absorbidos por la situación y encaminados dentro de lo “políticamente correcto”, han perdido el carácter y la determinación sin rodeos del hombre, convirtiéndose en algo anodino, esa mezcla que deja muchos puntos vacíos en su calidad de hombre; aquél que era decidido, que se jugaba por una determinación, que tomaba bajo su responsabilidad el timón de una empresa, de un cuerpo, de una familia. Por último están los que en gran número se han ido acercando a lo formal y a una homosexualidad quizá reprimida antes, a un sitio intermedio donde han tomado actitudes para el cuidado personal, la atención a sus modales, la educación social para la conducta casi misógina, asexuada. En estos días por ejemplo no es raro proyectar casas donde se hacen dos “master bedrooms” con baños individuales y cambiadores para cada uno de los sexos de la pareja, por que el “hombre” puede llegar a tener más equipamiento de belleza que la mujer, más ropa, zapatos, artefactos de uso personal de alta tecnología que requiere de su bien determinado y preciso espacio.

Al final del camino, no ha conseguido la mujer lo que buscaba, pues sus banderas de lucha originales se han ido por los caños, y los hombres han resignado su “hombría” afeminándose mientras la mujer se masculiniza.

La diferencia que hacía fácil la distinción de los sexos, cada vez se ha ido borrando más y más; cuando lo bueno de la diferencia era que los opuestos biológicos hacía de la relación entre sexos una de las razones más de la existencia de la especie humana. ¿Otro achaque a la cultura del liberalismo en extremo? ¿Un mal entendido que puede ser corregido?

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