ANTIOCASIONAL
Un nuevo término se ha creado en el léxico sajón, particularmente en los Estados unidos, que se refiere a un mecanismo sutil del universo que mantiene una cierta cantidad de estrictas y rígidas condiciones como para que nada ocasional o imprevisto cambie el orden de la existencia. Antifluke es el término que proviene de la designación de las aletas del ancla que hacen tope con el fondo submarino. Esta curva que tiene la función de actuar cual flecha, penetra el agua desplazándola para llegar hasta un sitio de apoyo y a la vez posee la forma de un gancho que tiene la función de traba entre posibles protuberancias que impedirían el movimiento del barco ante una situación diferente en la superficie.
De esta manera la palabra es un ejemplo que trata de nominar esas razones que pueden ser aún consideradas como imprevistos, por falta de conocimientos humanos, acerca de la existencia del universo; las que estarían cubiertas por estrictas normas antiocasionales que resolverían en piloto automático el devenir.
Así vistas las cosas, también se podrían explicar ciertos hábitos de defensa en las costumbres humanas ante nuevos hábitos impuestos por alguna ideología de pensamiento único, por ejemplo.
O en otras disciplinas como las relativas al arte, que cuando se han fusionado ya sea por los adelantos tecnológicos, o por las corrientes de pensamiento y de interpretación, se corren suavemente, irremediablemente a posturas conservadoras aún cuando estén aplicando los conceptos y los elementos más actualizados de la tecnología y de cualquier discurso que pueda aparecer como novedoso.
El mecanismo antiocasional explicaría además la formulación de la teoría de los círculos de distintos radios en los acontecimientos que describió con maestría singular Fernand Braudel (Lumeville-en-Ornois, Francia, 24 de agosto de 1902 – Haute, Francia, 27 de noviembre de 1985)
Esta palabreja viene a funcionar como un hápax, es decir, como una cosa de la cual solo se puede dar un ejemplo. Como no hay razones valederas aún para explicar la infalibilidad de la existencia universal, para ello está esta palabra que mitiga el temor sobre lo aún no reconocido pero menos aceptado como mágico o religioso, tal y como lo ha descrito el gran matemático Stephen William Hawking, quien padece el mal conocido como Lou Gehrig, en su último libro The big Project.
Esta enorme descripción de las leyes de la existencia, hicieron comprender al científico que no existe un orden dictado por un ser prodigioso. Por el contrario, él supone que si es tan complicado hacer cumplir con precisión un simple reglamento para conducir entre los humanos, cómo lograr que una masa planetaria describa una órbita y no otra con respecto a una estrella, o que los cometas o los asteroides mantengan sus curvas de evolución sin perder el orden. Tanta previsión, tanta exactitud y complejidad, no puede ser explicada tan fácilmente dejándole la responsabilidad a un sujeto poderoso. ¡Vaya que poder!
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